El pasado 28 de marzo el Dr. Mario Secorun impartió una conferencia titulada «Cirugía Plástica: mitos y verdades». El acto se desarrolló dentro del programa TERTULIAS DE SALUD del Ámbito Cultural de EL CORTE INGLES de Zaragoza.
El evento fue presentado por el director del ciclo el Dr. Guillermo Pascual, presidente del Instituto de Bioética de Aragón.
El Dr. Secorun hizo una exposición sobre la actualidad de la cirugía plástica en la sociedad española, la realidad de las operaciones más frecuentes y los mitos o ideas que pertenecen a la creencia popular. También se habló sobre la evolución de la especialidad a lo largo del tiempo y el intrusismo profesional que sufre la especialidad de cirugía plástica.
Tras la charla se realizó una animada tertulia con los numerosos asistentes. Aquí os dejamos un extracto.
Actualmente son muchas las veces que los medios de comunicación hacen referencia en sus informaciones hacia el mundo de la cirugía plástica, ya sea porque surge un nuevo avance médico o porque el/la famosa de turno se ha sometido a un cambio de imagen. La imagen frívola y superficial que algunos quieren trasmitir con el afán de ganar protagonismo está bien lejos de la realidad.
La cirugía plástica, como una parte especializada de la medicina, surgió como respuesta a una necesidad derivada de las lesiones, enfermedades o malformaciones que se producían en el mundo antiguo. Todo comenzó hace mas de 4500 años en la antigua India. Allí aparecieron los llamados libros sagrados de los Vedas en los que se hace referencia a métodos de reconstrucción de nariz, orejas y labios. Era costumbre en aquella época la amputación de dichas partes del cuerpo a aquellas personas que cometieran un delito, adulterio o fueran hechos prisioneros de guerra. Dichas personas eran estigmatizadas por el resto de sus vidas ya que una amputación facial de tal magnitud era absolutamente visible y no podía ser ocultada aunque la persona cambiara su situación social. De ahí surgió la necesidad de reconstruir esas partes del cuerpo y así comenzaron los médicos de la época a realizar las primeras operaciones de reconstrucción nasal, auricular o facial. Ellos fueron los primeros cirujanos plásticos.
Posteriormente en el Antiguo Egipto, una sociedad próspera y técnicamente muy avanzada desarrolló diversas técnica quirúrgicas para el tratamiento de heridas, malformaciones y quemaduras. Durante el periodo de la XVIIIª (decimoctava) dinastía, en el Imperio Nuevo de Egipto reinaron varios de los faraones mas famosos de la historia. Era el tiempo de Akenatón, Tutankamón y de la bella Nefertiti. Su propio nombre, Nefertiti, significa «la bella ha llegado». En esta extraordinaria época de la antigüedad se escribieron los Papiros de Edwin y los papiros de Ebers que detallan numerosos tratamientos médicos basados en la ciencia y no en creencias mágicas.
Tal fue su gran importancia que no se consiguió un avance significativo en el mundo de la cirugía plástica hasta el siglo XVI, época de la conquista de America, donde Gaspar Tagliacozzi describió en su libro “De curtorum chirurgia per insitionem” el primer método de la era moderna para la reconstrucción de la nariz a partir de un área de piel del brazo. En aquella época eran frecuentes las secuelas de la sífilis que producía deformidades nasales. Su método consistía en tomar un modelo de la porción faltante de la nariz, dibujarlo en la cara anterior del brazo y hacer dos incisiones longitudinales paralelas, completadas dos semanas más tarde con una tercera incisión, que une los cortes paralelos para dejar un colgajo unido al brazo por uno de sus extremos.
Algunas semanas más tarde, de acuerdo con la técnica de Tagliacozzi, el cirujano reavivaba la herida de la nariz e implantaba el colgajo sobre ella, suturándolo a los bordes de la herida. Para la fijación del brazo a la cara, se ayudaba de un sastre, que fabricaba un arnés a medida. Entre 15 y 20 días después, seccionaba el pedículo y separaba el brazo de la nariz, ahora cubierta por la piel trasplantada. Posteriormente, la nueva nariz se modelaba con un ingenioso mecanismo de cordeles y anillos para lograr el objetivo estético perseguido.
Vemos una vez mas que era la reconstrucción facial era una constante preocupación de los cirujanos que ha perdurado durante siglos. Esto era debido a su obligada visibilidad social, ya que la cara es el rasgo fundamental que identifica a un individuo.
Pero esto no era nada comparado con lo que iba a venir después. Durante la 1ª Guerra Mundial (1914-1918) cambió la forma de practicar la guerra. Los combates ya no eran en la distancia corta y con armas de corte, contusión o aplastamiento. Surgió la artillería moderna y con ella las lesiones por metralla que desfiguraban los rostros y extremidades de los jóvenes soldados. Aquí aparece el Dr. Harold Gillies del ejército británico. Él identificó a estos pacientes y supo que no eran pacientes como el resto de los que sufrían heridas, sino que requerían unos cuidados especiales para intentar salvar sus rostros o sus extremidades. Creó un hospital dedicado a estos pacientes, el Queen’s Mary Hospital , e incluso imprimió unas tarjetas con la dirección de dicho hospital para que los pacientes fueran derivados directamente desde el campo de batalla. Hoy se considera al Dr. Harold Gillies el padre de la cirugía plástica moderna.
En los siguientes años se desarrollaron diversas técnicas para realizar cirugías de párpados, orejas, faciales, abdominales y mamarias y de esta forma hemos llegado al siglo XXI. Ha sido un camino largo, lleno de problemas y sinsabores, como no podía ser de otra manera. La evolución del conocimiento humano se basa en buscar una respuesta ante un nuevo problema. Los valientes hombres y mujeres que contra los prejuicios sociales y el miedo a lo desconocido supieron identificar y dar solución a estos problemas fueron unos profesionales excepcionales que merecen nuestro respeto y admiración.
No caigamos en la superficialidad de creer que la cirugía plástica es solo la operación de pecho de la última famosa llegada a este planeta. Eso no es la cirugía plástica. Detrás de esta especialidad hay un gran esfuerzo, dedicación y compromiso que contribuye al bienestar de las personas y de la sociedad en su conjunto.
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